Con una poesía visceral y, a través de un lenguaje a veces ambiguo y tan metafórico como figurativo, la autora logra ilustrar en estos versos tan precisos esa dualidad. Lo hace mediante la evocación de paisajes, recurriendo al claroscuro y, sobre todo, aludiendo a la inevitable identificación con la naturaleza, que hace que lo onírico y lo material se conjuguen como parte de ese todo que sólo está completo si el caos se hace presente. Esta tercera edición fue prologada por el escritor Juan Antonio Massone.