Como un nuevo Sísifo, el poeta arrastra así su drama existencial,
que es también el nuestro: el de cuantos vivimos a la intemperie de
la realidad, sin protección religiosa, mental ni moral alguna y a
punto de perder también el sistema defensivo creado por nuestra
sociedad, que ahora, como él dice, se derrumba. Ese y no otro es el
escenario en que esta obra se ha escrito y en el que hoy se representa:
esa y no otra es nuestra propia escenicación del drama que hoy
vivimos. Los largos títulos de sus poemas funcionan como en el
teatro una acotación. Andrés Morales se ha atrevido a darle forma
poética y a objetivarnos nuestra realidad. Pocas veces –creo- la
poesía ha llegado tan lejos y se ha atrevido a tanto: habría que retrotraerse
a la tragedia griega para encontrar algo parecido o igual.