Si los ciudadanos afectados no tienen el coraje para luchar mancomunada y oportunamente en contra del flagelo de la corrupción, propio de la demagogia y la sed del poder, de la deshonestidad de los agentes del Poder Político y/o Económico, el fenómeno de la corrupción en Chile, en Latinoamérica y en el mundo, corromperá la idiosincrasia del llevándolo a un abismo.
Mucho se habla de la transparencia y probidad, pero cada vez más a menudo los chilenos y los ciudadanos de Latinoamérica deben enfrentarse con este flagelo.
Los gastos reservados de la Presidencia; el financiamiento de las campañas políticas por medio del lobby y del tráfico de influencias; la fortuna del senador vitalicio; las subvenciones a los partidos políticos desde el extranjero; el sumariado asesor del Presidente; los honorarios de los asesores de confianza: las escandalosas indemnizaciones fiscales; el vía-crucis de los retornados por los créditos del Banco del Estado; los empréstitos del INDAP; las coimas en la CONADI; las casas de luto y el regalo caballuno de COPEVA y otros tantos casos que escandalizan a la opinión pública, demuestran que, aunque se afirme lo contrario, no estamos inmunes y que los temas valóricos están en crisis.