Corea, año1910. Una dinastía de 500 años llega a su fin. La destrucción de un mundo y el nacimiento de otro. Nuevas vestimentas, nuevas tecnologías, nuevas ciencias y una nueva mujer. Una modernidad periférica, donde las ideas occidentales de progreso e igualdad llegan diferidas por el prisma nipón.
El proceso de modernización iniciado en Joseon, el Reino Ermitaño, se produjo a finales del siglo XIX en medio de una disputa geopolítica en la que tomaron parte las potencias europeas en Asia. Japón, que ya se perfilaba como imperio militar, anexó la península y aceleró este proceso de reformas dando comienzo a uno de los periodos más oscuros de la historia coreana. Sin embargo, es en este nuevo mundo donde nació el primer feminismo coreano: una vanguardia de jóvenes letradas a medio camino entre la tradición y la modernidad.