Satancumbia, la novela de la revuelta chilena, sigue a dos grafiteros que sobreviven en la toma de una estación abandonada bajo la ex Plaza Dignidad. Sus murales se funden con una multitud de consignas y demandas, de insultos a la lacra del Estado, de rayados del lumpen y del hipster, del árabe con pañuelo y la dirigenta con pasamontañas, del inmigrante y la estudiante, del hiphopero y la reguetonera, de las hordas K-pop y de la primera, la segunda, hasta la cuarta línea junto a las tías de la pobla que vienen a ofrecer comida.